viernes, 16 de marzo de 2012

3/4 LA SESIÓN DE FOTOS DE DESNUDO O DE RETRATO



Es de buen gusto agradecer al modelo que haya acudido a la cita aunque se haya retrasado. Algunas personas cambian de opinión, no llaman y no aparecen. 

De entrada, hay que disipar el nerviosismo propio y el del modelo. Es perfectamente normal que el modelo y el fotógrafo estén nerviosos puesto que una sesión de fotografía no es algo que los aficionados hagamos todos los días.

La charla tranquila, mostrar el estudio o el lugar donde se van a hacer las fotos, enseñar de nuevo las fotografías o dibujos de lo que se piensa hacer y las que se han ido pensando, señalar el sitio donde se va a cambiar el modelo y escoger la ropa a utilizar, suelen ser actividades suficientes para romper el hielo e iniciar un primer acercamiento que permita establecer una corriente de confianza mutua que será absolutamente imprescindible mantener a lo largo de la sesión.


El estudio o el lugar donde se va a trabajar debe estar muy limpio.

La ropa que aporte el fotógrafo también deberá estarlo, además de planchada y colgada o bien doblada. Conviene que el modelo pueda cambiarse en una habitación anexa o detrás de un biombo o en un lugar aparte donde no pueda sentir encima la mirada del fotógrafo. Si no hay habitación anexa o biombo, el fotógrafo deberá situar su material de manera que pueda darse la vuelta y cargar la máquina o hacer cualquier cosa mientras el modelo se cambia. 

En ocasiones, el modelo no tiene ningún problema en iniciar la sesión desnudo o en desnudarse delante del fotógrafo. En ese caso hay que comportarse con total naturalidad, no asombrarse de ese modo de hacer y no dejar de mirar a los ojos. De lo contrario, el modelo tiene una desagradable doble impresión: por un lado, de que ya ha ido demasiado lejos — y ni siquiera ha comenzado la sesión—; y por otro, que el fotógrafo no está tan acostumbrado ni tan preparado como parecía.

Hay varias Reglas de Oro. Desde mi punto de vista, estas son las fundamentales:

1ª Desde el primer momento mirar siempre a los ojos del modelo. El cuerpo del modelo ya se verá por el ocular de la cámara.
 

2ª Nunca hacer juicios de valor sobre el cuerpo del modelo.
 

3ª Creo que hay una frase prohibida: ‘ponte como quieras’. Esta frase denota que el fotógrafo no sabe lo que quiere. El fotógrafo debe dirigir al modelo continuamente y no perder el control de la sesión. No obstante, puede cederlo y recuperarlo más tarde.
 
4ª Nunca tocar al modelo. Describir de palabra lo que se quiere (brazo más a tu derecha, pierna izquierda doblada, etc...). Cuidar el vocabulario: no se dice culo, se habla de caderas o de nalgas; no se dice tetas, se habla de pechos, busto o senos; no se dice coño, se habla de pubis; no se dice cachas, se habla de muslos; no se dice minga, se habla de pene o sexo, y así sucesivamente. El vocabulario que se usa indica el nivel de cultura y sensibilidad del fotógrafo.

Sencillamente, se trata de no ser vulgar ni ordinario. 

5ª Mantener una conversación.
 
6ª Si se pide una pose o el modelo ofrece una, se hace la foto aunque no haya sido una buena idea.
 

7ª No forzar al modelo continuamente. Que el límite lo ponga él.
 

8ª No hacer chistes verdes.
 

El fotógrafo debe llevar la iniciativa porque el modelo no debe quedarse sin saber qué hacer o qué pose adoptar. Por eso, y para tener las ideas claras, es imprescindible el trabajo anterior de buscar referentes o hacer dibujos.

No es infrecuente que el fotógrafo se quede sin ideas; entonces, se hace un descanso y se piensa. Tampoco es infrecuente esperar las curvas de un cuerpo y encontrar otras. En esa situación han de ponerse en marcha todos los recursos de improvisación del fotógrafo y toda su cultura visual para sacar partido de la nueva situación y de esas formas recién descubiertas.

Que el modelo venga con alguien (novio, marido, amigo o amiga, padre o madre) nunca debe representar un problema. A veces puede ser una muestra de desconfianza hacia el fotógrafo, pero en la mayoría de ocasiones resulta que el modelo no se ve capaz de estar desnudo o de ser retratado sin el apoyo moral de un conocido. Ahora bien, hay que lograr dos cosas del acompañante:
 

1º Que se involucre en la sesión.
 

2º Que no se quede a nuestra espalda, en lo posible.

El acompañante debe estar discretamente bajo control y al servicio de la sesión. Una manera sencilla de que colabore y de que se involucre es hacerle mirar por el ocular de la cámara o bien, pedirle que se ocupe de sostener el reflector o determinada fuente de iluminación.

En estas ocasiones tanto los acompañantes hombres como mujeres son sensibles al arte y no suelen criticar las tomas. Es más, si se involucran a fondo animan al modelo y el resultado de la sesión es muy satisfactorio. A veces se apuntan y posan también.

Es evidente que se debe estar seguro de que nadie interrumpirá la sesión de fotos o entrará en la habitación donde se está trabajando. La privacidad, al igual que la discreción, es fundamental. De igual manera la temperatura de la habitación debe ser la adecuada para que el modelo no tenga frío y que a la incomodidad inicial de la desnudez, no se sume la del ambiente.

La proximidad del modelo desnudo cuando se están mirando los dibujos o fotografías de las tomas no debe ser causa de turbación para el fotógrafo. En muchas ocasiones llega un momento en el que el modelo está tan cómodo y tan a gusto que se olvida de su propia desnudez y se comporta y se acerca como si estuviera vestido. Ni que decir tiene que esto debe tomarse como un signo de confianza y no como una invitación.

También puede suceder que el modelo se excite en un momento determinado de la sesión. Eso no quiere decir que se presente una oportunidad de orden sexual; todo lo contrario, el modelo se ha erotizado pero quiere guardar esa excitación para sí. El fotógrafo que pretende aprovechar la ocasión se suele llevar un chasco y gana un final de sesión tormentoso que sólo habla mal de él y de los que nos dedicamos a la foto de desnudo. Si no se lleva un chasco, se lleva algo peor: que el modelo llevado por su excitación hace algo que no quería hacer y, en consecuencia, nunca más posará para nadie y recomendará a sus amistades que no lo hagan.

Por último, tener en cuenta que para una persona que no posa habitualmente, el desnudo es la última frontera.

Cuando el modelo se despoja por completo de la ropa se ofrece tal cual es, y pone en el fotógrafo una confianza que no debe ser traicionada de ninguna manera. Se trata de una situación delicada que debe ser llevada con educación, cortesía y sensibilidad. Es el tiempo de las sugerencias o preguntas que dejen la puerta abierta a que sea el modelo quien fije los límites. Y esa pregunta o esa sugerencia debe ser acorde con el progreso de la sesión.

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